Alternativas para la reactivación económica en escenarios poscoronavirus
Estos textos, compilados en cuatro tomos, fueron discutidos en el 2019 en un taller en Lima, Perú, dando como uno de sus resultados el texto “Caracterización del perfil económico productivo latinoamericano”, escrito por Matías Kulfas, quien participó en la conferencia y que actualmente se desempeña como ministro de Desarrollo Productivo de Argentina. También estuvieron presentes Jeanette Sánchez, directora de la División de Recursos Naturales de la CEPAL, Sergio Silva titular de la Unidad de Inteligencia Económica Global de la Secretaría de Economía en México y Marcio Pochmann actual presidente del Instituto Lula de Brasil.
En esta ocasión, el objetivo del encuentro virtual fue discutir en torno a las preguntas: ¿cuáles son los desafíos de las economías latinoamericanas para su reactivación después de la crisis generada por la pandemia? ¿cuáles son algunos sectores estratégicos que se pueden impulsar y promover en nuestros países? y ¿qué oportunidades se tienen?
Internalizar la tecnología y fomentar una mira social ecológica para abordar el extractivismo
La primera intervención fue de Matías Kulfas, quien abrió reconociendo la coincidencia con la orientación estratégica del proyecto en torno a un desarrollo productivo que tenga plenamente incorporada la dimensión social y ecológica. El economista comenta que la situación de la pandemia afectó a todas las economías de la región y que “prácticamente todos los países de la región terminarán 2019, según las proyecciones hasta el momento, con tasas de desempleo que van a estar por encima de las de 2019”, además del incremento de la pobreza que lamentablemente se puede observar, dejando ver una clara relación entre los niveles de desocupación y los niveles de pobreza.
Ante la interrogante ¿qué ha dejado la pandemia? el ministro argentino expresa que deja economías con mayores niveles de desempleo y pobreza, salvo excepciones y, por otro lado, algunos elementos positivos como el teletrabajo y el aprendizaje en el uso de las herramientas electrónicas, que han permitido la aceleración de la digitalización, representando, de esta manera, activos que pueden valorizarse para la reactivación post Covid-19.
Kulfas menciona algunos datos sobre la tendencia de América Latina: antes de la pandemia, por ejemplo, la región representaba el 7.5% del Producto Interno Bruto Mundial, un PBI per cápita latinoamericano 7 puntos por debajo del promedio mundial, con el 14.4% del stock mundial de recursos naturales y con el 6.3% del producto manufacturero mundial. Su producto por habitante ha estado 19% por debajo del promedio internacional y la productividad por ocupado, considerando la industria, la minería y la construcción, es casi cinco veces más baja que en Estados Unidos. Esto se puede ver también en las brechas respecto al gasto en I+D sobre producto en América Latina que es tres veces más bajo que el de China y la eurozona, y cuatro veces más bajo que el de Estados Unidos, así como los investigadores por cada millón de habitantes en América Latina que resultan ser la mitad que en China y seis veces menos que la de la eurozona o Estados Unidos.
El economista argentino, retoma el texto sobre el perfil productivo latinoamericano en donde describe ejes importantes para la región: el primero de ellos es el tema del extractivismo, explicando que se necesita una mirada que proponga un control del daño ambiental, que evite daños ambientales a través de un control social, una política de resguardo del ambiente y un desarrollo de la cadena productiva entorno a clusters tecnológicos que buscan desarrollar pymes, entramados productivos locales con un beneficio en la comunidad. De esta manera, lo que se generaría sería un desarrollo productivo con mirada social y con mirada ecológica que considere el nuevo auge de commodities, así como el camino hacia las energías renovables y la electro movilidad, menciona Matías Kulfas.
“Una oportunidad para los países de la región requiere que no se transformen en meros observadores de este cambio, sino en países que puedan, por un lado, internalizar la tecnología, es decir, ser actores que efectivamente puedan producir equipamiento, producir tecnologías para aprovechar este cambio tecnológico y, por otro lado, que puedan internalizar activamente el mundo social, mejorando la calidad de vida en las grandes ciudades, en diferentes lugares de la región”.
El segundo eje es el de la tecnología, la cual está avanzando aceleradamente y nuestra región tiene un rol importante para jugar, afirma el ministro argentino, ya que existe una oportunidad de transformar este enclave en un cluster tecnológico productivo que genere desarrollo y bienestar para las comunidades. Por otro lado, existe también la posibilidad en torno al tema de la tecnología 4.0, a través de entramados, desarrollos basados en el conocimiento, software, informática y diferentes tecnologías, que generen empleo para el mercado interno y para la exportación. Este sector requeriría del desarrollo de programas estratégicos que puedan ser apuntalados por el sector público.
Para cerrar su intervención, Kulfas menciona que es fundamental lograr un impulso fiscal que tenga como protagonistas los programas de los paquetes de política social. Por ejemplo, en Argentina se lanzó una tarjeta que permitió cubrir los gastos de alimentación de la niñez, y se amplió hasta los catorce años; de igual manera la dimensión de género es necesaria para atender las oportunidades de reducción de las brechas existentes en términos del acceso al mercado laboral y las limitantes de ingreso que existen. En el caso de Argentina, menciona que están implementando diferentes políticas de incentivos fiscales para la incorporación masiva de mujeres en el mercado laboral en sectores estratégicos con alto grado de masculinización, por ejemplo, en los sectores de tecnología. “Pensando (…) en una transformación productiva que tenga también en su matriz central la transformación social. Y, como dije antes, también en la transformación ecológica.”
La crisis como oportunidad para atender los temas sociales y la urgencia de hacer cambios estructurales
Como segunda intervención y para proponer una mirada regional, Jeannette Sánchez, directora de la División de Recursos Naturales de la CEPAL comenzó su intervención planteando escenarios y reflexiones que han sido desarrolladas conjuntamente en el marco del Programa de Transformación Social Ecológica. Como un escenario general previo a la pandemia, menciona que, en la región, existía un crecimiento lento, con desigualdad, emergencia ambiental y crisis del multilateralismo; así entra una crisis sanitaria global sin precedentes en escala y en velocidades que agudiza y visibiliza la matriz de desigualdades existente, sobre todo de América Latina.
Esta crisis, que ha dejado 22.7 millones de casos por Covid-19 y cerca de un millón de muertes asociadas, ha afectado sobre todo a los países más pobres y a las poblaciones más vulnerables. Sostiene que se ha visto a las mujeres atendiendo y asumiendo el cuidado, al mismo tiempo que han tenido que asumir distintos roles en la esfera pública y en la doméstica. En general, la región mantenía una tendencia de crecimiento lento además de las desigualdades estructurales, la informalidad, la brecha tecnológica, sumado a los problemas ambientales por la pérdida de biodiversidad y las consecuencias del cambio climático. En este sentido, la directora de la CEPAL afirma que de la agenda 2030 únicamente un tercio de los objetivos están por la dirección adecuada. Por otro lado, ha aumentado el riesgo de la reprimarización, con trabas a una industrialización con diversificación.
“De acuerdo a estudios de la CEPAL, los más afectados, o las empresas más afectadas, fueron justamente aquellas intensivas en el uso de tecnología e intensivas en trabajo. Estas fueron las que recibieron los efectos más fuertes de la pandemia. Según estimaciones que se hicieron dentro de la CEPAL, alrededor de 2 millones 700 mil de empresas habrían por lo menos paralizado, sino definitivamente, temporalmente sus actividades.
Por otra parte, el mercado laboral deteriorado, sabemos que es el principal transmisor de pobreza” explica al reflexionar en que se ha llegado otra vez a dos cifras en la tasa de desempleo, “siendo muchos puntos más arriba la tasa de desempleo para las mujeres”, las cuales también han salido de la participación en la fuerza laboral porque han tenido que hacerse cargo de las tareas domésticas.
Detalla también que actualmente la región presenta 50 % de informalidad, 47% apenas de afiliados a un sistema de pensiones, los cuales han sido atendidos por políticas activas, referidas por el ministro Kulfas, que casi todos los países han llevado a cabo de una u otra manera.
Sánchez afirma que a pesar de los esfuerzos e ingentes recursos que han puesto los diferentes países (como abonar 4.3 % del PIB del gasto fiscal adicional para las medidas de emergencia, como protección del ingreso, empleo y capacidades productivas), la crisis es fuerte. Por otro lado, la política monetaria también ha sido muy activa mientras que las políticas de protección social no contributiva casi se duplicaron en la mayoría de casos.
Actualmente se consideran 84 millones de hogares cubiertos en la región con algún tipo de programa. Por otra parte, la gran contracción económica que tuvo lugar bajó las emisiones de deuda, siendo de las pocas buenas noticias. Pero, habría que ver en cuánto tiempo se puede recuperar y se podría aprovechar la crisis en este sentido.
La oportunidad que viene también con la crisis es la de repensar las vías de desarrollo y las posibilidades para dar lugar a un modelo productivo, un modelo distributivo y a una matriz energética mucho más inclusiva porque reclama la naturaleza de la crisis social, pero también mucho más sostenible desde la perspectiva ambiental. Afirma la directora que se ve una sensibilidad a la idea de alcanzar algunas metas de los objetivos de desarrollo sostenible, que los países ya han acordado y los distintos gobiernos han incorporado también en su radar, en su consideración y en sus planes de desarrollo.
Sostiene que “existe, además, la sensación de crisis que legitima la solidaridad y la necesidad de atender los temas sociales y la urgencia de hacer cambios, así como el sentido de urgencia, de la presencia de un Estado que provoque esos cambios, que apoye un cambio transformador.”
¿Qué nos hace falta para aprovechar también la crisis? Sánchez afirma que se requieren nuevos motores de crecimiento que deben tener resultados más redistributivos. Se necesita financiamiento, cerrar brechas de tecnología, de inversión, de protección, de datos, de ciberseguridad, de democratización. Y buscar llevar la conversación entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado en general.
Sin embargo, Jeannette afirma que lo primero que habría que resolver es el tema de las vacunas para evitar más cierres y cuarentenas, por ejemplo fortaleciendo los mecanismos regionales para adquirir vacunas, impulsando el pleno funcionamiento de iniciativas como el Fondo de Acceso para Vacunas Covid llamado Kovacs, así como intercambio de información sobre mejores prácticas en los procesos de vacunación y flexibilización de los regímenes de propiedad intelectual.
¿Qué pasos dar para el mediano plazo y para una recuperación que sea transformadora? Sánchez afirma que desde la CEPAL se busca una interacción virtuosa entre la construcción de un Estado de bienestar, que existe en cierres en la región, pues “creemos que no es incompatible con los procesos de cambio técnico y transformación productiva sostenible, generadora de empleo formal, de calidad y construcción de capacidades endógenas(…), no hay que mirar más allá de lo muy básico local, sino mirarnos en la escala regional pensando en el tema de la igualdad como un principio ético y condición necesaria”.
Destaca también que para lograr la industrialización y diversificación productiva con empleo formal, integrando los mercados regionales, se necesita una inversión diferente considerando la inclusión social y laboral, la descarbonización y protección de la naturaleza, así como un cambio en el patrón de consumo, no sólo en el lado productivo, sino también en el lado de consumo que aliente una sostenibilidad ambiental y económica.
Sanchez precisa la idea que se ha desarrollado al interior de las discusiones en la CEPAL: provocar un gran impulso para la sostenibilidad a través de ocho motores de crecimiento económico, que pueden ser más funcionales en los términos de inclusión y sostenibilidad ambiental, de manera estratégica para apuntar a los cambios tecnológicos y a las nuevas proyecciones en términos energéticos, de movilidad e industriales.
Jeannette Sánchez concluye con el tema de la movilidad sostenible y los espacios urbanos sustentables, explicando que la revolución digital, cuya premisa es la universalización del acceso, no debería generar una nueva brecha ni una nueva manera de desigualdad. Destaca también que la industria manufacturera de la salud, ahora tan vital, es un bien público regional que se debe perseguir a través de una bioeconomía que movilice los recursos biológicos y los ecosistemas naturales de una manera inclusiva y sostenible, valorizado y expandiendo la economía del cuidado, promoviendo la economía circular y el turismo sostenible.
“El gran desafío es aprovechar la sensación de crisis. La demanda de solidaridad. La mayor conciencia sobre objetivos de desarrollo sostenible para enmarcar una estrategia que apunte a resolver la crisis sanitaria, es decir, lo inmediato y que también confronte la crisis social y económica con una recuperación que tiene que ser transformadora, que tiene que dar un gran impulso, que tiene que alinear políticas, inversiones de voluntades, recursos de todos los actores para confrontar este grave, grave problema del cual no nos podemos abstraer, que es esta esta pandemia y al mismo tiempo minimizar el riesgo de futuras pandemias.”
Desafíos para la reactivación en México: ¿cómo conectar las micro, pequeñas y medianas empresas a los mercados globales?
La tercera intervención estuvo a cargo de Sergio Silva, jefe de la Unidad de Inteligencia Económica Global en la Secretaría de Economía en México, quien abrió hablando sobre el texto escrito por Kulfas y sobre la utilidad del mismo para entender la heterogeneidad de América Latina. Explica que, a diferencia de antes, que se pensaba que el mercado es quien debía definir los cambios, ahora estamos en la búsqueda de la inclusión y la equidad como parte de ese cambio estructural. “Ahora, cuando hablamos de cambios, estamos obligados a incorporar la búsqueda de la inclusión social y la equidad para que sean parte de ese cambio estructural”.
Sobre qué tipo de región queremos construir en América Latina, refiere: “yo soy amplio partidario de los programas sociales en América Latina, pero también soy un creyente absoluto que el programa social más importante es la política económica” resalta Silva, quien también habló sobre la importancia de la política económica que desde un principio busca la inclusión social y la equidad, y en donde también, afirma, hay que incluir la sustentabilidad.
Sobre los retos que enfrenta una economía como la mexicana, exportadora y fundamentalmente de manufacturas, explica que está basada un 60% en la industria automotriz, un sector no muy amigable con el medio ambiente que aporta alrededor de un millón 300 mil empleos en México. Destaca que resulta un reto poder transitar hacia un sector automotriz de combustión interna, un sector automotriz de autos eléctricos, pues es un desafío importante en materia de desarrollo tecnológico y de inversiones, donde México tiene un rol importante.
Otro de los temas centrales para el futuro de la economía mexicana, es el rol de las pequeñas y medianas empresas en cadenas y redes de proveedores. Silva expresa México forma parte de 13 tratados de libre comercio que le dan acceso a los productores mexicanos a más o menos 60 % del PIB global, por lo que se puede aprovechar el acceso a mercados globales. Para que eso realmente tenga un efecto sobre la estructura de la economía mexicana, la clave es lograr que las micro, pequeñas y medianas empresas se vayan integrando en esas cadenas de valor, ya sea como proveedores de la industria exportadora que ya existe o ellas mismas como exportadoras. Un dato importante y preocupante, comenta el funcionario, es que del total de exportaciones mexicanas únicamente el 2% proviene de micro, pequeñas, medianas empresas.
En total, estamos hablando del 25% en México, básicamente las micro, pequeñas y medianas empresas que existen no están conectadas a los mercados globales, son empresas que no encuentran ese camino y donde se abre una oportunidad para la economía mexicana de inclusión, logrando que estas empresas formen parte de esas cadenas de valor. El funcionario de la secretaría de economía mexicana afirma que se requiere de una dimensión fiscal para lograrlo, con una dimensión de desarrollo tecnológico. El caso de México y de muchos otros países en donde las PYMES son las principales proveedoras de empleo en el país, se vuelve un tema de suma importancia.
En este sentido, menciona que se han desarrollado algunas plataformas que pretenden democratizar el acceso a la información económica para que cualquier empresa, sin importar el tamaño, no vea la falta de información como una restricción a las posibilidades de integrarse a mercados globales, y que las empresas pequeñas y medianas tengan un rol mucho más importante como proveedoras. Silva comenta que otra forma de conectarse con los mercados globales y de permitir que estas pequeñas y medianas empresas consoliden su actividad económica y se vuelvan parte de parte de la solución, es ofrecer mejores empleos y empleos más estables.
Para el funcionario, el tema de la cuarta revolución industrial es fundamental pensarlo para la integración de las nuevas tecnologías e industrias latinoamericanas. Sin embargo, hay que pensar que hoy todavía la integración de esas nuevas tecnologías sigue estando muy en la punta de la pirámide. Y si bien se tiene que pensar en políticas de innovación que permitan que estas tecnologías se vayan integrando cada vez de forma sistemática a todos los ámbitos de las economías latinoamericanas, se debe considerar el paradigma industrial atrasado desde hace muchas décadas. “Cuando pensamos que tenemos regiones del país donde el acceso a derechos básicos como agua, vivienda no están resueltos, es muy difícil pensar en la cuarta revolución industrial y a lo mejor es mucho más productivo”.
Para lo anterior, es importante tener un mapa para ubicar a donde hay que avanzar, pues aunque hay claridad en los conceptos, se requiere de innovación tecnológica e inclusión de ciertos actores en determinados procesos productivos. Coincide en la perspectiva de Kulfas que sostiene que el mercado no debe ser la mejor forma de decidir el camino de las economías latinomericanas, sino que el Estado tiene que tener un rol más importante para decidir dónde hay que ir.
Por otra parte, explica que la herramienta de la diversificación inteligente o los estudios de análisis de complejidad económica que se están realizando en México, desde un nivel municipal, estatal, regional y nacional, arrojan mucha información sobre las capacidades y otras actividades económicas compatibles. Por ejemplo, la industria espacial de los últimos 10 años, representa capacidades que se han desarrollado en el sector automotriz y que han transitado hacia este sector. Entonces, con esos análisis de complejidad económica, puedes tener un mapa de dónde están esas capacidades y hacia dónde pueden transitar. Y eso brinda una idea de hacia dónde se puede diversificar, de una manera mucho más consciente, mucho más inteligente. De esta manera, afirma Silva, podemos reducir lo que se llama el costo del autoconocimiento, y se pueda avanzar de manera más consciente incluyendo la equidad y la responsabilidad ambiental.
“Al final lo que queremos es un Estado que concentre esas capacidades de promoción económica para que contribuya con cada uno de estos objetivos que señala el texto; pero que ponga esa promoción económica como una herramienta para la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Creo que ese es, digamos, el objetivo que tenemos todos. Y creo que esta herramienta puede ser bastante útil. Yo encantado digamos, si hay interés de compartir la experiencia que estamos haciendo en México justamente con este tipo de herramientas”.
Brasil: iniciativas gubernamentales para enfrentar la crisis favorecieron a las clases altas en un contexto de transición desde la economía mundial
La cuarta intervención estuvo a cargo de Marcio Pochmann, economista e investigador y presidente del Instituto Lula en Brasil, quien se enfocó en las posibilidades de pensar el perfil productivo de América Latina y las alternativas de opciones económicas después de la pandemia. Pochmann mencionó la dificultad de pensar en la postpandemia dado que todavía muchos países en el mundo, incluido Brasil, están viviendo la segunda, tercera o cuarta ola por Covid-19, así que habría que partir de este punto. Menciona que, en los países de la región, el tema es la gravedad con la que se manifestó y las formas en que los gobiernos buscaron actuar, que rebasa el aspecto coyuntural que es la trayectoria estructural de nuestros países, y que hará que América Latina salga aún peor de esta crisis.
En el caso de Brasil, las iniciativas e intervenciones que se realizaron constituyeron un presupuesto extraordinario cuyos recursos equivalían a cerca del 8% del PIB del año de 2019. Menciona Pochman que las iniciativas gubernamentales favorecieron mucho más a los ricos que a los pobres. “Por ejemplo, la participación de los ricos en el 2019 en el PIB equivalía al 7.5 %, en 2015 pasó a 15 %. Los ricos ahora son súper ricos y es un patrón diferente.” Lo que percibimos aquí en Brasil en las dos recesiones anteriores, en el 2009 y 2015-2016, donde los ricos también perdieron ingresos, mientras que ahora se vio algo diferente.
Desde su punto de vista las iniciativas y acciones gubernamentales coyunturales de los países no fueron suficientes para cambiar la trayectoria estructural sobre la cual América Latina está sometida. Apoyándose en el economista Raúl Prebisch de la CEPAL, menciona la insuficiencia dinámica de las economías latinoamericanas, y explica que esta dinámica se relaciona con la participación de América Latina en el sistema mundial, “en la forma de cómo América Latina se insertó en la división internacional del trabajo”.
Pochman menciona que estamos frente a la decadencia de los Estados Unidos y la ascensión de Eurasia y de China. Ya desde la Revolución Industrial América Latina se inserta en la economía mundial con una condición extractiva. Posteriormente cuando el centro de la economía se desplaza hacia Estados Unidos, su periferia se organiza en la medida en la que es una economía de superávit en la producción de bienes industriales y también el superávit en la producción de bienes primarios. Es este momento el que abre una oportunidad para varios países latinoamericanos de incorporarse de una forma diferente a la división internacional del trabajo, avanzado en la producción de bienes industriales. Para esos momentos, el dominio tecnológico lo tenía Brasil en el continente. De esta manera afirma que lo ocurrido fue un movimiento estructural.
Posteriormente, América Latina ingresó en la globalización en la década de los 80 – 90 y, de manera más dependiente, en importaciones y exportaciones de bienes primarios, perdiendo la capacidad interna, afirma el brasileño. Y eso es lo que permitió un boom de exportaciones principalmente hacia China a partir de la segunda mitad de los años 90 y gran parte de la década de los años 2000. Entonces, esa es una situación central para poder pensar la recuperación, porque cada vez son menores las posibilidades internas de reanimar la economía en la medida en que esta se mueve.
Frente a estos nuevos movimientos, Marcio cuestiona ¿cómo se va a insertar América Latina en ese nuevo mundo de movimiento hacia Eurasia? ¿Cómo se va a mover un país en realidad vinculado y también dependiente al agronegocio? Siendo que el agronegocio en Brasil es muy dinámico, pero también muy frágil. Por ejemplo, el caso del café en Brasil, que permitió liberar y salir de la esclavitud y entrar en el trabajo libre, existían empresas nacionales, tecnología nacional de plantaciones de café y, por ejemplo, parte de la comercialización provenía de empresas nacionales.
“Ahora el agronegocio actual del cual estamos hablando y por tanto la producción de soya, de pollo, de cárnicos, de jugo de naranja, petróleo, etcétera… Llegamos a la conclusión de que inclusive las semillas no son nacionales, están vinculadas a grandes empresas extranjeras. La tecnología de producción es tecnología extranjera. La maquinaria que se utiliza viene de China. Las empresas que hacen la comercialización son empresas que no son nacionales. Entonces, ¿qué es lo que de hecho es nacional?”
“La capacidad de articulación e integración de la producción del agronegocio para el resto de la economía es muy contenido, no tiene un poder de impulso en un país que evidentemente está en un cuadro dramático. Brasil llegó a ser casi la séptima economía del mundo, como Argentina fue la sexta economía del mundo antes de la década de 1930. Nosotros estamos en una fase de decadencia acelerada. Brasil en 2019 era considerado como la novena economía del mundo. Pero lo que sucedió en 2020, Brasil pasó a ser la décima segunda economía del mundo y, actualmente, no vemos medidas que puedan favorecernos”.
El brasileño concluye con la preocupación de que “estamos lidiando con situaciones de la naturaleza coyuntural y pensamos que la pandemia abrió unas ventanas interesantes considerando que se pusieron en jaque las cadenas globales de valor, y tal vez estemos delante de una ventana de oportunidades que nos haga valorar más el espacio nacional y supranacional en nuestra región. Entonces veo con algún tipo de optimismo esa perspectiva y ahora eso supondría una rearticulación de América Latina en torno de una negociación con China, con relación a la situación del Eurasia” para articular y reorganizar un plan, mediante una programación latinoamericana.
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