29.07.2020

La responsabilidad hacia las futuras generaciones en México

La precariedad en las condiciones vida en la gran parte de la población en América Latina y el Caribe está vinculada a la subordinación económica y dependencia en la extracción de recursos naturales.

 

Para debatir las dimensiones de la crisis ambiental y de la emergencia sanitaria, es pertinente encontrar líneas estratégicas entre los sectores económico, industrial, energético y agroalimentario, que, junto a la sociedad civil, sector privado y gobierno, intercambien diversos puntos de vista sobre la transformación de los países en la región.

En esta ocasión, el objetivo es abrir un diálogo sobre el contexto de México a través de la serie de seminarios web “Diálogos por la Transformación”, que en su primera intervención realizada el 26 de junio, bajo el título “La responsabilidad hacia las nuevas generaciones en México”, contó con la participación de la Mtra. Leticia Gutiérrez Lorandi, el Diputado Diego del Bosque, el Mtro. Gustavo Rodríguez Arrieta y el Dr. Henry Mora.  

El reto es la sostenibilidad de la vida humana en el planeta y la responsabilidad por toda la vida

Para el Dr. Henry Mora de la Universidad Nacional de Costa Rica, desde la explosión de las bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima se evidenció que el ser humano puede causar la destrucción del planeta. Ahora, frente a la crisis civilizatoria causada por la Covid-19, es pertinente ubicar los nodos socioeconómicos y ambientales que se entrelazan para agudizar la emergencia en la región.

De acuerdo a los ejes de la transformación social- ecológica se deben considerar 4 puntos: el metabolismo social, el sistema productivo, las relaciones sociales y los patrones de consumo, destacando el papel del Estado frente a la mercantilización y privatización de prácticamente todo.

La pertinencia de las políticas públicas para retomar los puntos anteriores y evitar una crisis humanitaria se enfrenta a escenarios críticos en donde el desempleo, la hambruna y el desalojo de los hogares, y de los territorios, se sumará a la necesidad de prevenir enfermedades, pues a partir del debilitamiento de los sistemas públicos de salud, la privatización los ha turnado más vulnerables.

“Para fortalecer sistemas de salud se requieren fortalecer las ciencias de la sustentabilidad que fomenten la transformación social ecológica y la cooperación internacional y regional”, agrega Mora en su intervención.

Sobre el dilema educativo que también acompaña a la crisis, destaca que más allá de generar instrucciones, se necesitan conocimientos para cambiar el estilo de vida. Una educación para la vida, el trabajo y los cuidados, acompañada de la ciencia y la tecnología.

Además de ello, Mora, también destaca la existencia de una responsabilidad individual que convoca a cambiar las formas de consumo, hábitos alimenticios y la manera en la que el sistema inmune se puede ver afectado. “La exposición a la Covid-19 tiene que ver con el debilitamiento del sistema inmune producto del sedentarismo y alimentación excesiva en grasas, azúcares, carbohidratos y proteínas animales”, destaca.

Por último, invita a reflexionar sobre el modelo para enfrentar la pandemia a través de la teoría de “el martillo y la danza”, en donde el martillo refiere las restricciones de distanciamiento social y el cierre de ciertas actividades, y la danza al periodo de balance entre la recuperación económica y la contención de la enfermedad, marcando un grave contraste con la situación actual en la región. “La pandemia viaja en avión y en crucero, la traen sectores de altos ingresos, pero ahora la pandemia está en los barrios más populares de los países, la pregunta es: ¿para quién es el martillo y para quién es la danza?”.

Al centro, la discusión sobre la recuperación socioambiental con la agenda ambiental y climática

Para la Mtra. Leticia Gutiérrez Lorandi, Directora General de la Coordinación de Políticas y Cultura Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA), es importante reconocer la crisis antropogénica, no sólo en el discurso, sino desde políticas públicas concebidas para generaciones futuras que, en los próximos 15 años, pueden tener un planeta muy distinto.

La pérdida de la mitad del hábitat de insectos polinizadores, esenciales para el abasto de alimentos, y el blanqueamiento del 90 % de los corales, serían consecuencias del aumento de 1.5° en la temperatura del planeta, por ello considera pertinente actuar con un nivel alto de ambición traducido en programas y políticas con evidencia científica, a través del fortalecimiento de instituciones y liderazgos que exijan a los gobiernos incrementar la meta de reducción de emisiones, pues de acuerdo a los compromisos nacionales, se necesita realizar 5 veces más de esfuerzos para llegar al escenario de un planeta habitable.

Ya que el 78% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero son producidas por países del G20, la funcionaria considera pertinente conocer las responsabilidades compartidas y diferenciadas. La Ciudad de México (CDMX) tiene responsabilidad diferenciada, sus dimensiones urbanas y actividades económicas, generan graves impactos a la naturaleza, pero por su vocación lacustre y territorio bajo el criterio de suelo de conservación (68% de su extensión total), la capital mexicana representa una posibilidad para el cambio.

Especialmente a través de sus propios paradigmas, pues el trazo entre la zona poniente-oriente está caracterizado por contrastes y desigualdades. Mientras que en el poniente existen amplias zonas verdes, el oriente tiene un índice 10 veces menor de accesibilidad a ellas. Por otro lado, la distribución de agua desde el sistema Cutzamala le permite a la región poniente consumir más de la tercera parte del total, dejando a la zona oriente con serias dificultades para su abasto.

Sobre las políticas públicas implementadas por la SEDEMA, la funcionaria explico que actualmente existen metas y programas como el reto de sembrar 20 millones de árboles, plantas y arbustos, recuperar aguas residuales y generar cosechas de agua de lluvia en zonas estratégicas, así como incentivar la energía solar en instalaciones del gobierno.

Ser político es pensar en el bien común

En los últimos 30 años México estancó la posibilidad de brindar opciones educativas a la población joven. Mientras las universidades dejaron de construirse, la precarización laboral creció junto con el sector informal. Actualmente existen 7 millones de jóvenes que no trabajan ni estudian. “Los jóvenes enfrentan la crisis ambiental y de salud, aunado a la crisis laboral, pues no les tocará jubilarse”.

Para el diputado de Morena Diego del Bosque, Secretario de la Comisión de Medio Ambiente, Sustentabilidad, Cambio Climático y Recursos Naturales del congreso, esto se debe a una injusticia estructural que se suma a la agenda de un país que debe poner especial énfasis en cuidar su medio ambiente, pero considerando los 50 millones de habitantes que tiene en la pobreza.

Mientras a lo largo del territorio existen proyectos controversiales como el tren maya e iniciativas de transición energética, considera que no sólo se debe apostar a energías y tecnologías modernas, sino también al tejido social pues “sólo las comunidades fuertes evitan que proyectos extractivistas entren a sus territorios”.

Por ello destaca la búsqueda de un “ambientalismo a la mexicana” que pueda subsanar la deuda con las y los campesinos y ejidos, las principales protectoras del medio ambiente, en donde los intereses económicos no estén por encima de los intereses de la naturaleza y las comunidades.

También reconoce el abandono del sector público hacia las instituciones de salud y su privatización, como lo ejemplifican los 300 hospitales abandonados durante las administraciones anteriores.

Sobre los riesgos por mala alimentación en la población en México, y la comorbilidad asociada a la Covid-19 por diabetes y obesidad, destaca que actualmente el congreso está preparando la Ley General de Derecho a una Alimentación Adecuada, pues a pesar de que México es centro de origen de más de 100 variedades de alimento, hay pocas opciones para sus habitantes.

Por último, destaca el papel de los partidos de izquierda y la necesidad de la intervención del Estado en los temas previamente mencionados.

 

La responsabilidad social empresarial: eje del sector privado para sumarse a la transformación

Desde el punto de vista empresarial, el Mtro. Gustavo Rodríguez Arrieta de la Comisión de Desarrollo Sustentable y Energía de la Coparmex Ciudad de México, el desarrollo sustentable y en la responsabilidad social empresarial, son el punto de encuentro para resanar el daño que el sector privado ha realizado al planeta, pues de ello dependen el presente y el futuro.

Agrega que la responsabilidad social empresarial busca el crecimiento económico sostenible a través de la transformación en las cadenas de valor de empresas, evitando la disposición final de residuos y la emisión de gases de efecto invernadero, “midiendo no sólo utilidades sino los impactos sociales y ambientales de las empresas”.

Para lograr equilibrar la ecuación entre los factores económicos, sociales y ambientales, señala que la acción de los gobiernos es insuficiente, pues las empresas requieren realizar una tarea crítica, desde el capitalismo consciente y en el encuadre hacia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la Organización de las Naciones Unidas, quién también reconoce el papel de las empresas para construir proyectos.

Así mismo, puntualiza que para impulsar acciones y consolidar la cultura de la responsabilidad social en empresas, organizaciones e instituciones gremiales, la rendición de cuentas y transparencia, son fundamentales.

También acota que para el empresario todas las crisis representan oportunidades. Al respecto refiere que el sector privado siempre ha demostrado resiliencia para salir adelante: durante la emergencia sanitaria, la industria automotriz cambió su línea de producción para realizar ventiladores y fabricar equipo médico.

Finalmente destaca que con el confinamiento han surgido nuevas formas de trabajo, como las plataformas de distribución alimentos y productos, que requieren menos congregación de personas en oficinas, incrementándose así la posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas.

Los temas en los que coincidieron los participantes versaron sobre el desafío que implica involucrar a las y los jóvenes en el curso de su futuro mediante estrategias que impliquen una rehabilitación socioambiental en donde exista la posibilidad de cambiar el esquema lineal de extraer, usar y desechar, para abrirle paso a un modelo circular que permita mayor sustentabilidad.

El punto final lo brindó Henry Mora, invitando a una reflexión sobre los riesgos que implica la uberización del trabajo y el potencial de la responsabilidad social empresarial, asociada a los ODS, mientras exista un seguimiento específico de esta iniciativa.

 

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