Para la socialdemocracia hay un tema ganador: la transformación social-ecológica.
El SPD (partido socialdemócrata) ha escrito la conformación del cambio digital en sus banderas. Bien hecho, porque la digitalización cambiará fundamentalmente a la economía y la sociedad. Influye en los campos de conformación clásico de la política socialdemócrata, como el trabajo, la justicia, la participación y la protección de los derechos de libertad. A nadie se le ocurriría pensar que el tema se trate simplemente ejercicios posmodernos que no afecten a nadie más allá de la vanguardia digital.
Es aún más sorprendente de qué manera tímida el SPD trata el segundo tema importante de transformación de nuestro tiempo, el clima global y los cambios ambientales. Una y otra vez se crean enfrentamientos entre el trabajo y el medio ambiente, la prosperidad y la protección climática. Es común que los temas de la política ambiental y climática se consideren temas “para sentirse bien” del Partido Verde con los cuales no se puede ganar ni lo más mínimo en la batalla por la "clase media trabajadora".
La socialdemocracia se permite estos juicios erróneos precisamente en un momento en que la conciencia del problema ambiental cambia tanto entre los miembros de su propio partido como en aquellos grupos de votantes, a los cuales el SPD tiene que convencer. El calentamiento global, los fenómenos meteorológicos extremos, las olas de calor, las sequías, la pérdida de biodiversidad y otros impactos subsecuentes del cambio climático han dado lugar a que los asuntos ambientales han perdido todo el toque "vanguardista posmoderno". Han estado anclados durante mucho tiempo en la estructura de valores de los electores centrales socialdemócratas. Las encuestas son claras: una gran mayoría de la población espera respuestas de quienes toman las decisiones sobre cómo transformar la economía, el trabajo y la sociedad para conservar los recursos naturales, combatir el cambio climático y mantener unida a la sociedad.
En forma general, nada es razonable lo que es ecológicamente irrazonable.
En otras épocas, la socialdemocracia ya había avanzado más. En el programa de Berlín de 1989, el SPD hizo lo que se le escapa actualmente: la vinculación de los intereses sociales y ecológicos con una narrativa de progreso socialdemócrata para el país industrializado de Alemania. "La transformación ecológica de nuestra sociedad industrial se ha convertido en una cuestión de supervivencia", dice en las amplias declaraciones sobre "economías ecológicamente y socialmente responsables". Y además: "En general, nada es razonable, lo que es ecológicamente irrazonable. La ecología no es una adición a la economía. "Es hora de que el SPD vuelva a esta tradición programática. Esto no puede agotarse en la disputa por emisiones, ya que similar a la digitalización, el cambio climático nos obliga a hacer la pregunta fundamental de cómo queremos trabajar, vivir y hacer negocios en el futuro. Esto proporciona a la socialdemocracia la oportunidad de reunir cuestiones fundamentales como la digitalización, el buen trabajo, la cohesión social, el desarrollo económico y la política de innovación en un nuevo proyecto de progreso socio-ecológico.
También para poder mantener su reclamo de ser un partido de la justicia, el SPD no podrá evitar desarrollar una comprensión integral de la justicia ambiental. Los cambios ambientales globales desde ahora están conduciendo a un empeoramiento significativo de los conflictos de distribución. El comportamiento intensivo en cuestión de emisiones de unos socava cada vez más los derechos existenciales de los demás. Con sus efectos secundarios como la degeneración del suelo, la contaminación del aire, la contaminación acústica y la propagación de enfermedades, el cambio climático desde ahora se ha convertido en la "mano invisible" detrás de muchos trastornos sociales.
Esto plantea una serie de cuestiones fundamentales de justicia: ¿Cómo pueden recibir apoyo especial las personas más afectadas por la contaminación ambiental? ¿Cómo, por otro lado, se puede evitar que las políticas ambientales profundicen las divisiones sociales? ¿Qué debe seguir creciendo porque contribuye al bien común? ¿Qué hay que desmantelar porque es perjudicial social y ecológicamente? ¿Cómo se puede hacer tal cambio socialmente justo? ¿Cuánto consumo de recursos tiene el individuo en la percepción de su derecho a la vida individual sin restringir así los derechos de los demás? ¿Cómo se puede evitar que los costos consecuenciales ecológicos de las decisiones del sector privado se transfieran al público en general?
Para muchas de estas preguntas, el SPD aún no puede dar respuestas definitivas. Sin embargo, debería empezar a buscar respuestas, ya que la manipulación de los gases de escape, las discusiones sobre la minería del lignito y las prohibiciones de circulación de los autos Diésel son sólo el preludio de varios conflictos socio-ecológicos y campos de tensión, a las que el partido tendrá que reaccionar en el futuro.
En los próximos años será importante desarrollar un entendimiento socio-ecológico del trabajo. Un concepto moderno del trabajo discute las condiciones de regeneración de los recursos humanos y naturales.
Es necesario un debate político sobre cómo traducir la justicia ambiental en una práctica concreta. Para este fin, se requieren visiones atractivas y tangibles para el futuro que puedan demostrar, más allá de la retórica de la crisis y los llamamientos morales, que el cambio socio-ecológico puede significar no la renuncia, sino la perspectiva de una vida mejor.
Nuevos conceptos de movilidad, ciudades y comunidades en las que vale la pena vivir, un suministro de energía limpio y descentralizado, buena alimentación y protección del paisaje, pero también participación municipal y participación de las empresas: todo esto comienza en la vida cotidiana de las personas y está directamente vinculado al cambio socio-ecológico.
Será importante en los próximos años desarrollar una comprensión socio-ecológica del trabajo. Un concepto moderno de trabajo discute las condiciones de regeneración de los recursos humanos y naturales. Del mismo modo que Marx no habló de una sola, sino de dos "fuentes de riqueza", quiere decir "tierra y trabajo", ambos están expuestos de manera conjunta a los peligros del uso excesivo y la explotación, y ambos deben ser diseñados conjuntamente según criterios de sostenibilidad. Para el SPD, esto abre la oportunidad de trabajar de la mano con los sindicatos en un modelo de progreso socio-ecológico. Los sindicatos no sólo son actores clave en muchos campos de transformación (energía, industria, construcción, transporte, servicios públicos). Al igual que en el SPD, los sindicatos en la década de 1990 presentaron alternativas socio-ecológicas para los principales sectores de la industria alemana, pero luego no continuaron el debate en la medida requerida. Tanto para el SPD como para los sindicatos, la transformación ecológica de los sectores industriales intensivos en emisiones debe convertirse en una de las tareas de diseño más centrales. El objetivo, apoyado por la socialdemocracia, de transformar la economía alemana de manera que funcione prácticamente sin emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 ofrece oportunidades para nuevos empleos industriales en industrias con visión de futuro, así como innovaciones tecnológicas que pueden ayudar a desacoplar gradualmente el valor agregado y el consumo de recursos.
Un concepto social-ecológico de "buen trabajo" significa participar en actividades significativas y seguras, en procesos sostenibles de valor agregado, en la economía y la sociedad. Incluye el crecimiento en industrias sostenibles que se traducen en empleos, así como también ofensivas de educación, aprendizaje y capacitación para acompañar el cambio. Se concentra en los modelos de tiempo de trabajo y los conceptos de movilidad que permiten una forma de vida sostenible. Y: En vista de las cadenas de suministro globales, un buen trabajo hoy sólo puede significar un buen trabajo a nivel mundial y debe necesariamente tener en cuenta las condiciones de trabajo sociales y ecológicas de los proveedores extranjeros.
Los socialdemócratas siempre han tenido éxito cuando, como partido progresista, formularon respuestas "realista-visionarias" a las grandes preguntas de nuestro tiempo.
Muchos trabajadores, sin embargo, han experimentado y sufrido que los diferentes cambios estructurales de las últimas cuatro décadas se llevaron a cabo en su mayoría sin su participación y en contra de sus intereses económicos y con frecuencia existenciales. Por lo tanto, un concepto ecológico-social del trabajo siempre también significa tomar en serio la idea de las "transiciones justas" (just transitions), tal como fue aplicada por los sindicatos en el acuerdo climático de París: es decir, evaluar a tiempo las consecuencias sociales y laborales de los procesos de transformación, aplicar políticas activas del mercado laboral y aplicar medidas de protección social para las personas directamente afectadas. Para la innovación y las políticas de cambio estructural se requieren masivas inversiones públicas a largo plazo e inversiones privadas así como un estado creativo que dirige el cambio a los procesos de creación de valor sostenible con una política de regulación.
Y, por último: Cualquier alternativa socio-ecológica sustancial se dirigirá contra los sistemas de orden existentes con poderosos intereses, cuyo cambio producirá nuevos ganadores y perdedores. Sobre las cuestiones de una transición justa se decidirá en gran parte en las disputas políticas. Por lo tanto, la democratización de la economía, quiere decir, la participación e implicación de los trabajadores en los lugares de trabajo y la capacidad de aplicación de las decisiones sociales por parte del gobierno hacia los actores económicos, es un requisito previo para la ejecución del trabajo socio-ecológica.
Especialmente para el SPD será importante no hacer estos cambios de arriba hacia abajo. Para recuperar la competencia y los aliados, así como la credibilidad y la confianza, tienen que poner como primer tema la transformación socio-ecológico en las proximidades de las personas: en el barrio, en el municipio, en la región y en el lugar de trabajo. El SPD puede fortalecer sus redes sociales de nuevo, entrando en estrecho contacto con las personas que son afectadas por los cambios, pero también con aquellos que ya están trabajando en soluciones socio-ecológicos locales, estableciendo nuevas culturas de cooperación y participación.
Claro, la transformación social-ecológica proporciona gran parte de lo que hace la complejidad de la política actual. Pero el SPD no debe de preocuparse por eso: los socialdemócratas siempre tuvieron éxito en aquellas situaciones en que, como un partido progresista, formulaban respuestas "realistas y visionarios" a las grandes cuestiones de nuestro tiempo, que incluyen ambas cosas: las estrategias políticas para el aquí y ahora, así como ideas y diseños a largo plazo que expresan la voluntad para el cambio y la posibilidad de una mejor más justa sociedad. Y si como partido de la justicia supieron formar el progreso de tal manera que condujo a una mayor cohesión social. Hoy necesitamos este tipo de partidos progresistas que conforme a las exigencias de la época combinen la justicia, la prosperidad y la sostenibilidad - y que conviertan este tema en su principal objetivo político.
Matthias Jobelius dirige el Departamento de Europa central y oriental de la Fundación Friedrich Ebert. Después de su primera parada en la oficina de la FES en la India, fue el representante del país de la Fundación en Rumania y la República de Moldavia, así como en Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Estudió Ciencias Políticas y Estudios de Desarrollo en Berlín y Londres.
Jochen Steinhilber es jefe de la Unidad de Política Global y Desarrollo de la Fundación Friedrich Ebert y es la persona de contacto en cuestiones de política internacional. Sus áreas de enfoque incluyen la agenda de desarrollo internacional, los procesos de transformación social-ecológica y los problemas de la economía global.
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